Por Joel Márquez
@JoelDeAMarquez
El América no sólo goleó 4-0 a las Chivas en su casa y frente a su afición, también se dio el lujo de humillarlos y de hacer que sus seguidores le dieran la espalda. Ahora las Águilas salen del bache y se meten a la cuarta posición del campeonato.
A las Águilas sólo les bastaron nueve minutos para irse al frente en el marcador, en una descolgada por el costado izquierdo por parte de Rubens Sambueza, quien llegó a línea de fondo para sacar el centro que fue rematado a segundo poste por Luis Gabriel Rey.
Con la anotación en contra los dirigidos por José Luis Real cayeron en una desconcentración total y eso fue aprovechado por los capitalinos, que al 15' encontró la segunda diana del partido, gracias a un soberbio gol de Rey, quien desde fuera del área sacó el zapatazo para vencer a Toño Rodríguez.
El marcador no aparentaba lo que pasaba en el terreno de juego. Las Chivas eran dueñas de la pelota, llegaban por los costados y por el centro, pero sus atacante no supieron aprovechar las oportunidades; además, Moisés Muñoz se puso el traje de héroe en más de una ocasión.
Para el complemento la pelota siguió en los pies del Rebaño, que se iba al frente descuidando la defensa y en una descolgada a los 56' cayó la tercera anotación azulcrema. Jiménez remató con derecha ante una serie de rebotes dentro del área.
El 3-0 fue lapidario, los rojiblancos ya no se levantaron y su afición desanimada ya no apoyó como en la primera mitad a su equipo, por lo que entonces las porras hacia el América dieron color al estadio Omnilife.
Por sí fuera poca la humillación sobre el Guadalajara, el 'Quik' Mendoza puso el cuarto tanto en la frente del rival y los seguidores rojiblancos se fueron del estadio, mientras que los visitantes pidieron a todo pulmón el quinto gol de su equipo.
Esta victoria le da mucha tranquilidad a Mohamed, quien tenía demasiada presión en el banquillo y ahora tiene a su equipo con 20 puntos en la cuarta posición del campeonato, mientras que ahora las Chivas tienen la zona en el cuello y se quedan con la espina clavada de que no ganaron ninguno de sus dos clásicos.